Hoy, como normalmente, me quedé sumida en mis pensamientos,
colgada en momentos imaginarios. Fui y vine de vidas que no tengo con gente que
no conozco y en lugares que no estoy. Situada en un escenario un poco triste me
imaginé que tuviera un accidente y quedara paralítica de la cintura para abajo
¿Qué pasaría? Instantáneamente me vi llorando en un hospital desconsolada
porque no podría volver a caminar hasta la parada del colectivo, ni salir a
correr en la semana, ni ponerme de pie sola para hacer una fila, ni saltar y
jugar con mis perros, ni bailar desaforadamente con mis amigas, ni siquiera
intentar alcanzar a los piques el colectivo que se me va…
Fue tan solo un viaje imaginario porque en un momento estaba
de vuelta en la realidad. Por fortuna camino, veo, respiro bien, hablo,
escucho, bombeo sangre a todas partes, me funcionan todas las articulaciones y neuronas. Pero muchas veces lo
olvido. Y me sentí una idiota por todas las veces que me quejo de que no me
gustan mis piernas, “si fueran más flacas” “si fueran más largas” “si no
tuviera estrías”. Al menos tengo ambas piernas y funcionan, puedo usarlas para
correr carreras, para caminar por todos lados, dos piernas que se cansan de
tanto que las paseo y dos piernas que con todos sus defectos, me siguen
bancando el peso del cuerpo, que siguen respondiendo las órdenes del cerebro y
que aún agotadas se bancan el ritmo. Y eso es lo que muchas veces olvido, no me
doy cuenta de la suerte mía con este cuerpo, un poco gordito, un poco chiquito,
un poco de esto, un poco de lo otro pero un cuerpo cómodo para vivir. Unos ojos
que ven todo lo que la belleza del mundo nos regala, unos oídos que pueden
escuchar todas las canciones sin pausa ni prisa, una voz loca por hablar todo
el día y un pelo que aunque un poco rebelde, al menos me acompaña.
Tantas veces como nos lastimamos a nosotros mismos, tantas
veces como nos desvalorizamos y otras tantas
que queremos mudarnos a otro cuerpo. Siempre miramos para arriba, nos gustaría
ser más rubios, más altos, ojos más claros, espalda más ancha, un poco más de
culo y piel más morena. ¿Por qué no mirar para abajo? Hay personas que darían
lo que sea por tener un corazón que pueda aumentar un poco las pulsaciones sin
correr peligro, a otras les encantaría poder respirar sin dificultades, hay
otras personas que por una vez querrían comerse un plato entero de fideos sin
tener problemas después, otras tan solo querrían poder salir a la calle a
respirar un poco de nuestro aire contaminado, otras poder sentarse al sol y
algunas otras cantar aunque sea desafinadamente. Y estamos nosotros quejándonos
de boludeces, mientras que vos te quejas de que te cortaron mucho las puntas
hay gente con cáncer que se queda pelada, mientras vos te quejas que los
cigarrillos están muy caros hay gente que quisiera poder respirar sin llevar un
aparato colgando, mientras vos te quejas de que no queres estudiar hay gente
que no puede pensar con la misma facilidad que lo haría alguien de su edad,
entonces deja de quejarte y valora un poco, primero querete y después cuidate.
Pareciera como si necesitáramos llegar a un punto
extremo para ver que estábamos bien en el medio, y es bastante triste y
desagradecido por nuestra parte no sólo no ver la suerte que tenemos sino
encima quejarnos porque nuestro físico no es como el que soñamos. De acá a que
cada uno lo comprenda depende meramente de uno, a mí por mi parte me bastó con volar un
poco la imaginación. Ojalá no me pase, la desgracia te puede esperar a la
vuelta de la esquina pero si por las dudas mañana me toca vivir alguna
enfermedad jodida, yo hoy voy a aprovechar lo que tengo. No quiero perder
ninguna condición física sin haberla explotado antes.
El cuerpo es el instrumento que te permite interactuar con el mundo. No tiene que ser muy lindo sino muy útil.
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