Clear your mind

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martes, 11 de enero de 2011

La vida puede ser un regalo o una maldición depende con que ojos la mires.

Mientras más corría más lento iba...Mientras más fuerza hacía, más me pesaba...Mientras más sonreía, más me dolía...Y así con todo, intentaba escapar de aquella pesadilla, de aquella situación, de aquel sufrimiento, y buscaba y buscaba la salida, y no encontraba más que horror y dolor, no era eso lo que quería...Ya no podía saber si era pesadilla o realidad, pero en verdad, ya eso no importaba, pues si era producto de mi imaginación, sabía que la realidad era bien similar...Aquel mountruo no era más que mis problemas, y me perseguía, no me dejaba ver la solución, aquello se iba transformando en oscuridad hasta el punto de no distinguir ni siquiera ojos abiertos de ojos cerrados...Era incómodo, terrorífico, deprimente, y quería salir. Horas más tarde abrí los ojos, estaba tirada en el suelo de aquel maldito cuarto, al fin había luz, pero esto era la realidad. Lo bueno de las pesadillas suele ser que no son realidad, que cuando despiertes pasaran, pero en esta ocasión, lo bueno era la pesadilla, aunque agobiante...Escuché pasos acercarse a la habitación, supuse que lo que caminaba hacia aquí era la muerte. Cuando se abrió la puerta me alzaron en brazos y me llevaron hasta un patio solitario. No tenía mucho que hacer, y a estas alturas no me importaba, no tenía familia, ni amigos, ni mascota, ni dinero, no tenía nada, y lo que buscaban aquellos descorazonados era alguien que pagara por mi, y si me liberaban, temían que pudiera hablar con la policía. En cierto sentido, hacían bien, pues era lo que haría.


Todo terminó con un sonido, duro y seco, con un sonido y una velocidad de tan pequeño objeto que atravesó mi piel para llegar a mi corazón. Mis ojos se cerraron, pero no vi nada antes de terminar.Había preferido recordar cuando desperté, recordar esa pesadilla, recordar mi corta e inútil vida, pero no quería recordar esa bala corriendo hacia mí, no quería recordar a la persona que acabó con todo aún sin conocerme...No tenía una buena historia de mi vida, así que menos que menos importaba mi final. Y tampoco tenía a nadie que la contara, simplemente, yo no encontré sentido a la vida, no encontré sentido a la muerte, y no le encontré sentido, a que las cosas tengan sentido. Así acabe, desafortunada, igual que fuí siempre, y no me importa, iré a otro lugar, o mejor aún, no iré a ninguna parte, porque todo se acabó para mi. Porque cada historia tiene su fin.

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