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domingo, 6 de septiembre de 2015

21k Media Maratón de Buenos Aires (06.sept.2015)

Venía hace meses esperando este momento y me había imaginado todo, cada instante, incluso qué podía escribir al respecto. Nada. No hay manera de expresar lo que se siente porque hace falta vivirlo.


21k son un montón y no cualquiera tiene las ganas, pero no hace falta haber nacido hijo del dios de las velocidades para estar ahí porque la petisa de la foto hace un año no llegaba a los 5k. Hace un año y un mes corrí mi primera carrera, 5k, una pavada y terminé diciendo que era hermoso pero que jamás iba a correr más que eso (me lloraban los pulmones pidiendo aire). Seguí entrenando como siempre, hasta abril de este año, cuando conocí a un loco y la persona más buena que hay (Edu obvio) que me alentó a que corriera 8k. Loca de felicidad dije “si pude correr 8k, puedo correr lo que quiera” por supuesto ni tenía en mente los 21. Fui dando así un poco más de mí, mientras el profe nos seguía explotando y con la leona Mai le poníamos cada vez un poco más de garra. Hasta ahora venía avanzando gracias a los compañeros que tengo (suerte la mía de tenerlos) y llegaron los 15k. Costaron. Costaron un huevo y medio, yo contra mí misma, fue una batalla mental terrible y dije más de una vez “Nunca más” y “no corro los 21”. Por suerte Dani me hizo el aguante en la primera carrera de 15k y gracias a él llegué! Me volvieron loca, todos me decían que podía y yo era la única que lo negaba.

Al final hoy me desperté segura de que podía, un nudo en la panza ni me dejaba respirar de los nervios y “qué carajo hago yo acá” me fui preguntando durante todo el calentamiento. Capaz yo corrí los 21k porque tengo unos compañeros de oro que me dieron la fuerza y el ejemplo, que no se rinden, que no tienen miedo y si lo tienen lo vencen, que no aflojan y que quieren seguir corriendo siempre un kilómetro más. Capaz corrí los 21k porque Eduardo me quemó la cabeza durante meses para que pudiera y me acompañó desde el principio y hasta el final de los entrenamientos. Capaz yo corrí los 21k porque quería llevarme por delante todos esos comentarios “estás loca” “son muchos” “si apenas llegaste a los 15, 21 no vas a poder” “no tenes el físico”.

O capaz los corrí porque a fin de cuentas no hay nada más complaciente que superarse a uno mismo, que proponerse y conseguir, que aplastar los límites y terminar con un “YO PUDE”. De todas maneras no puedo explicarte lo que se siente correr 16k dejándote las piernas, los siguientes 4k avanzar con la cabeza y el último hacerlo con el corazón. Tampoco puedo explicarte la satisfacción y el orgullo de haber llegado hasta acá. El que corre 42k por ahí se ríe de mí y el que no corrió nunca 1k me admira, igualmente va más allá de eso, se trata de objetivos, de competir con uno mismo y no con los demás. Ponerse una meta y cumplirla no es solo trabajo, es fe, es creer que podes. Tus piernas no van a ir a donde tu cabeza no las lleve.  Y al final, todo esfuerzo trae sus recompensas.

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